Ara San JuanEl submarino fue encontrado a las 00.05 del 17 de noviembre, cuando se cumplía un año y un día de su desaparición

Pasó un mes desde que el vehículo de observación remota (ROV) descendió hasta los 907 metros de profundidad en el océano y pudo ver al submarino ARA San Juan que yacía en el lecho marino hacía un año y un día. Desde ese momento, solo se difundieron tres imágenes de baja calidad de la nave de la Armada Argentina que transportaba a 44 oficiales. El resto de las 67 mil imágenes y el informe final de la empresa que buscó al submarino dos meses y medio permanecen bajo estricto secreto en manos de la jueza a cargo de la causa.

En paralelo, la última audiencia de la comisión bicameral que se creó en el Congreso para investigar qué pasó con el submarino dejó un dato revelador aportado por uno de los contratistas de la reparación de media vida que comenzó en diciembre de 2008 y demandó siete años. Al ARA San Juan le colocaron sensores de hidrógeno que no eran los que correspondían y podrían no haber funcionado la fatídica noche del 15 de noviembre de 2017.

«No hay ninguna novedad desde que nos bajamos. Esta semana viajaron cuatro familiares a Caleta Olivia para hablar con la jueza», dijo a LA NACION Luis Tagliapietra, padre de uno de los marinos muertos en el ARA San Juan y que formó parte de la expedición que encontró al submarino a las 00.05 del 17 de noviembre pasado.

«Nadie más que los que estábamos arriba pudo ver las imágenes del submarino. Apenas arribamos a Ezeiza procedentes de Ciudad de Cabo nos esperaban gente del tribunal», dijo el hombre, que también es uno de los abogados querellantes en la investigación a cargo de la jueza Marta Yañez.

«Salimos del avión y en la misma manga estaba el secretario de la jueza con oficiales de la Policía Aeroportuaria para llevarse el maletín con los discos rígidos», contó Tagliapietra y agregó: «Tomó posesión de la valija. Estaban en un sobre lacrado y firmado por el embajador argentino en Sudáfrica. Además, tenía un precinto numerado».

Sobre el material que está en manos de Yañez desde el 4 de diciembre, dijo: «Eran tres discos rígidos. Estaba todo el material digitalizado. Son cerca de 9 terabytes de información».

El gran peso de las imágenes, una de las trabas

Según información a la que accedió LA NACION, esta semana Yañez pudo comenzar a ver algunas de las imágenes. Se trata de las que están dentro del «disco 1». «Son imágenes muy nítidas y espera poder acceder al contenido de los otros discos. En paralelo, sigue tomando declaraciones testimoniales y ordenó medidas en Mar del Plata», explicaron fuentes de la investigación a este medio.

La lentitud en el procesamiento de las imágenes se debe, principalmente, al gran «peso» que tienen cada uno de los archivos por su alto nivel de resolución. Esto hace que se precise de computadoras modernas y rápidas para agilizar la descarga. Material con el que no cuenta la dependencia de Caleta Olivia.

Por este motivo, se dispondría de nuevos equipos que están en Buenos Aires y no en el juzgado patagónico. Además, desde el Ministerio de Defensa se analiza donar los aparatos necesarios para agilizar el trabajo, que resulta bisagra en este punto de la pesquisa. «Todo reviste importancia, no solo las imágenes, ya que estas deben encastrar con el resto de las pruebas», detallaron las fuentes.

Hasta el momento, a las imágenes descargadas solo las vieron Yañez y un puñado de personas que trabajan con ella. La idea de la magistrada es que luego puedan acceder el fiscal Lucas Colla y las querellas que representan a los familiares de los 44 tripulantes. «No saldrán a la luz por pedido de los familiares», dijeron voceros a este medio.

Se prevé que el trabajo en el juzgado continúe durante enero, a pesar de la feria, aunque la jueza se podría tomar unos días durante el verano ya que también está a cargo del juzgado de Comodoro Rivadavia.

» Del momento del hallazgo me quedó grabada la primera imagen. Parece poco, pero ver ese tubo de aire comprimido, fue un shock porque en la previa había muchas dudas de que fuera», recordó Tagliapietra ante LA NACION, cuando pasaron cuatro semanas del día que puso final a la incertidumbre y el misterio sobre el destino del ARA San Juan.

El abogado contó: «Incluso, otros de los puntos de interés descartados se parecían más al submarino. Esto parecía un montón de piedras, una formación rocosa como muchas que ya habíamos visto. Sin embargo, teníamos dudas por lo que veía un geólogo que, según él, parecían marcas de un impacto de algo contra el piso, en el lecho marino».

Según dijo, el especialista detectaba en las imágenes creadas a partir de sonares de barrido una especie de onda expansiva producto de un impacto. «Había mucha tensión al momento de bajar a ver, a pesar de que ya nos habíamos decepcionado varias veces. Tenía sentimientos encontrados y ver ese tubo de oxígeno fue como salir de un sueño surrealista después de tanta lucha».

«Se me cruzaron los días de acampar en Plaza de Mayo, la cara de mi hijo, las imágenes del submarino impecables, todo eso en una fracción de segundos. Luego sentí escalofríos y traté de pensar con frialdad para poder exigir que se hicieran todas las tomas de imágenes necesarias de distintos ángulos, con zoom incluso, para que quede todo debidamente registrado y que los expertos puedan echar más luz sobre todo esto», contó Tagliapietra, que recuerda con detalle cada minuto del momento en el que pudo ver al submarino a 907 metros de profundidad.

«Nosotros llegamos al lugar a las once y pico de la noche. A las once y treinta pudo bajar el ROV y a las 12.05 de la noche vimos la primera imagen, que es la del tubo. Estuvimos toda la noche, habremos terminado como a las seis de la mañana», dijo Tagliapietra, que se había embarcado el 7 de septiembre en el Seabed Constructor como veedor junto a otros tres familiares y tres expertos de la Armada.

La grieta en el casco

En los últimos días habían trascendido más detalles de cómo se encontró el submarino. Sobre esto, Tagliapietra contó: «Tiene una grieta o rajadura en la popa (atrás) en la parte arriba en la zona donde está la sala de máquinas. Aparentemente, esto es producto de la implosión. Está como abierto».

«Imaginate si abollás una lata de gaseosa. Acá se abolló por el medio y en forma lateral se aplastó en la parte de la popa. En ese aplastamiento es donde se abre. Ya sea porque están ahí los motores o por el motivo que fuera. Eso lo determinarán los expertos. No fue por las nervaduras o la zona de la reparación de media vida. Al menos eso no se ve», dijo el abogado.

Luego explicó que se ven los tubos torpedos al aire libre y objetos que podrían flotar, pero, por la misma presión del agua, no salen a la superficie. «Es más, en un barrido más amplio encontramos un cajón de madera. No creo que sea del submarino. Puede ser de algún pesquero y estaba apoyado ahí en el fondo del mar. Por eso se rebate la teoría del bombardeo ya que, si eso hubiese ocurrido, debería haber objetos en superficie».

Los sensores en la mira

En paralelo, la reparación de media vida del submarino volvió al centro de la escena luego de que uno de los contratistas asegurara ante la comisión bicameral que los sensores de hidrógeno que proveyó no eran específicamente para submarinos.

El submarino fue encontrado a las 00.05 del 17 de noviembre, cuando se cumplía un año y un día de su desaparición Fuente: Archivo Crédito: AP

«Los sensores originales fueron reemplazados por unos industriales que, en situaciones eventuales de la saturación de la atmósfera, como puede ser un incendio o una inundación, dejan de funcionar», dijo Benito Fuks ante la bicameral el martes pasado, y agregó que no habían sido creados específicamente para submarinos, aunque se los podía utilizar.

Fuks es el representante local de la firma Service Instrument S.A., con quien se firmó un acuerdo para que proveyera los detectores de gases tóxicos y/o explosivos al ARA San Juan.

Según pudo saber LA NACION, en el informe que redactó la comisión investigadora ad honorem al ministro Oscar Aguad , y cuyo contenido conoce la jueza Yañez, se destaca el rol de los sensores colocados en la reparación de media vida encarada durante el gobierno de Cristina Kirchner.

«El submarino tiene un detector de hidrógeno muy bueno desde que se lo construyó. Aún puede funcionar, pero no nos consta que hubiera sido calibrado después que terminó la reparación de media vida. Es decir, confianza nula. El nuevo detector consta de sensores que van dentro del tanque de baterías, de los dos tanques, va por un cable y lleva la medición a un panel indicador», explicaron las fuentes y agregaron: «Al haber incendio, lo primero que se quema son los sensores y los cables. Y no se puede saber si hay hidrógeno o no. Pero al desconocer estas características, los tripulantes siempre pensaron que tenían bajo nivel de hidrógeno y por eso decidieron ir a inmersión. El hidrógeno continuó acumulándose en el tanque, al superar el 4% se torna muy explosivo, y explotó».

Los expertos diferenciaron al colocado por Service Instrument S.A. con el que traía de fábrica el ARA San Juan: «El detector viejo no tiene cables tiene tuberías y el aire con el hidrógeno es extraído hasta los sensores que mandan la información al panel. Entonces no se queman».

«Si a los comandantes, durante tres años que navegó tras la reparación, le decían que el que sirve es el nuevo, ellos no son técnicos o ingenieros para estudiar esto, confían», dijo otro experto y agregó: «Lo supimos porque nos lo dijo un ingeniero de la Armada. Pero que no cumple norma militar está en Internet. El resto lo declaró en el Congreso el dueño de la empresa».

El equipo de peritos, conformado por los contraalmirantes Adolfo Trama y Alejandro Kenny y el capitán de navío Jorge Bergallo, destacaron que se debía investigar esto. «No es nuestra incumbencia, pero creemos que se deben resguardar los papeles para deslindar responsabilidades. Esta falla es la que pudo haber llevado a la explosión», expresaron en el documento de más de 400 páginas y que relata cómo fueron los momentos finales del submarino.

 

Por: José María Costa

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